No entiendo por qué, cuando pesaba 80 u 85 kilos, mi meta era pesar 60, o a lo más 58 (y tener un márgen de error, para no superar los 60).
Una vez, antes de eso, pesé 62 kilos, y me sentía lo máximo.
Durante largos años pesé 79, añorando los 60, jurando que ahí estaría mi felicidad. Y "sabiendo" que en los 74 kilos me vería "razonablemente" bien.
Pero...
Finalizó el 2006, y sólo en diciembre de ese año bajé 9 kilos, llegué a 70. Me sentía fantástica.
Fue pasando el año. Llegué a 65. Fue fenomenal.
Siguió pasando el 2007. Llegué a pesar 60. Era todo lo que quería. Me veía bellísima.
Avanzaron los meses. Me estanqué en 57 kilos. Decían que había adelgazado mucho.
Pero yo quería 55.
Llegué a los 55 kilos...
... y no supe cómo llegué a los 53...
... y a los 52...
... y a los 51...
... y a los 50...
... y a los 49,5 kilos...
Finalmente, me estabilicé alrededor de los 52.
¡Me veía tan hermosa! ¡Todo me quedaba bien! ¡Me ponía cinturones y no tenía nada de panza! ¡Muchas poleras talla "small" o "extra small" eran a mi medida!
Nada me importaba la preocupación de algunos, la sorpresa de otros. A lo más, me quedaba con las felicitaciones de algunos pocos...
Hasta que vino "ese maldito día" (ver post anterior) en que subí, en 2 espantosos días, 8 kilos. Y quedé en 60 asquerosos kilos. Y poca gente me creyó. Sólo mi mamá, mi papá, mi familia más cercana. Y ellos entienden que quiera adelgazar. Nadie me critica por comer sólo tomate y lechuga. Y no adelgazar NADA.
Y lo que antes eran mis "60 kilos soñados", en los cuales quería quedarme, ahora son un suplicio. Ahora que conocí los 50 kilos, los 60 me parecen una abominación. Una panza asquerosa que se derrama por el mundo, bajo los pies de la humanidad...
Los 58 kilos del otro día fueron una ilusión: estoy en 59, como llevo laaaaargo tiempo.
Y nada pasa.
Y nada pasa.
Y nada bajo.
Y me duele...
Hoy devolví gran parte del salmón que yo misma cociné para cenar en la noche. No me nace decir cosas como "llamé a Mía", sin embargo.
Y lo hice porque comí demasiado. Porque no adelgazo. Porque me duele el alma. Porque me pesa la panza. Porque la veo y me sobra. Porque, con ella, no soy yo.
Pero nada funciona, nada...
Nada...
Nada...
Una vez, antes de eso, pesé 62 kilos, y me sentía lo máximo.
Durante largos años pesé 79, añorando los 60, jurando que ahí estaría mi felicidad. Y "sabiendo" que en los 74 kilos me vería "razonablemente" bien.
Pero...
Finalizó el 2006, y sólo en diciembre de ese año bajé 9 kilos, llegué a 70. Me sentía fantástica.
Fue pasando el año. Llegué a 65. Fue fenomenal.
Siguió pasando el 2007. Llegué a pesar 60. Era todo lo que quería. Me veía bellísima.
Avanzaron los meses. Me estanqué en 57 kilos. Decían que había adelgazado mucho.
Pero yo quería 55.
Llegué a los 55 kilos...
... y no supe cómo llegué a los 53...
... y a los 52...
... y a los 51...
... y a los 50...
... y a los 49,5 kilos...
Finalmente, me estabilicé alrededor de los 52.
¡Me veía tan hermosa! ¡Todo me quedaba bien! ¡Me ponía cinturones y no tenía nada de panza! ¡Muchas poleras talla "small" o "extra small" eran a mi medida!
Nada me importaba la preocupación de algunos, la sorpresa de otros. A lo más, me quedaba con las felicitaciones de algunos pocos...
Hasta que vino "ese maldito día" (ver post anterior) en que subí, en 2 espantosos días, 8 kilos. Y quedé en 60 asquerosos kilos. Y poca gente me creyó. Sólo mi mamá, mi papá, mi familia más cercana. Y ellos entienden que quiera adelgazar. Nadie me critica por comer sólo tomate y lechuga. Y no adelgazar NADA.
Y lo que antes eran mis "60 kilos soñados", en los cuales quería quedarme, ahora son un suplicio. Ahora que conocí los 50 kilos, los 60 me parecen una abominación. Una panza asquerosa que se derrama por el mundo, bajo los pies de la humanidad...
Los 58 kilos del otro día fueron una ilusión: estoy en 59, como llevo laaaaargo tiempo.
Y nada pasa.
Y nada pasa.
Y nada bajo.
Y me duele...
Hoy devolví gran parte del salmón que yo misma cociné para cenar en la noche. No me nace decir cosas como "llamé a Mía", sin embargo.
Y lo hice porque comí demasiado. Porque no adelgazo. Porque me duele el alma. Porque me pesa la panza. Porque la veo y me sobra. Porque, con ella, no soy yo.
Pero nada funciona, nada...
Nada...
Nada...
2 comentarios:
HOLA AMIGA!!!
aca te saludo del otro lado de la cordillera, como siempre decis vos...
me alegra que tengas un blog para que charlar nos sea mas facil. La verdad que se de tu lucha, de como quisiste salir y me apena un poco que vuelvas a caer.
Pero pase por aca para decirte que no te preocupes, que no estas sola... sabe que siempre voy a aetsar al menos yo, aca, leyendo como te sentis y esperando encontrar las palabras para darte animo.
Arriba!
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