jueves, 17 de abril de 2008

Mfff...

No volveré a postear aquí hasta que vuelva, al menos, a los 57kilos, para poder seguir con esto.
De momento, me siento profundamente indigna.

60... 61... 60... 62... 60...

domingo, 24 de febrero de 2008

¿Medio más?

Increíble... Después de estar un mes y medio estancada en el peso, he bajado... aprox medio kilo al día... No quiero ilusionarme demasiado, y confieso me preocupa un poco, me da algo de miedo, me he sentido un poco débil...

Pero la recompensa es enorme, cuando hoy en la mañana mi pesa marcó 56,5 kilos. Pareciera como si muchos de los problemas quedaran atrás.

¿Será el poder del tomate? xD Quizás!

56, siguiente paso.
55, siguiente meta.
52, meta "final".
50, meta real.

Al menos estoy más animada

viernes, 22 de febrero de 2008

Un poco de orden, por favor...

Estos últimos días me había sentido particularmente ordenada y decidida. Le había escrito un email a mi novio en el que divagué, y que me hizo mucho sentido en ese momento y me ha servido hasta ahora... ojo, "hasta ahora"...

Sentía que en algo había crecido, tras cumplir 22 años hace poco. El hecho de haber querido solucionar mis líos con mi novio el otro día en una especie de impulso, sin mediar consejo ni conversación con nadie, sólo porque lo decidí, y partír, me hizo bien. Y otra cosa que siento me ha hecho bien es la sensación de "orden". Aún cuando mi pieza es un absoluto caos, siendo que hace poco tiempo la ordené bastante "a fondo"... el hecho de volver a levantarme relativamente temprano, desayunar mis cereales (adelgazul + fitness + all bran + semillas de linaza + avena + yogurt light + leche... hay que ver lo mucho que quita la ansiedad la avena), hacer gimnasia, y estudiar... y, durante los últimos 5 días, haber cumplido mis propósitos de estudio para el exámen que debo dar los primeros días de marzo, me ha hecho sentir bien.

Quizá debido a ello, tengo "un poquito" más ordenadas mis comidas. Ayer, tras mucho tiempo, me "porté bien" con la comida. Es decir: desayuné mis cereales y sandía, almorcé tomate y sandía de postre, tomé de once sandía, cené tomate y lechuga... Y hoy, en la mañana, la pesa me premió con un flamante 57,5. No le creo. No creo que ese sea mi peso, y con un vaso de agua el dichoso número desaparece. Pero al menos lo marcó, y ese "7" no aparecía en mi pesa desde "ese maldito día". El hecho de que haya aparecido, aunque fuese por un rato, me llenó de esperanzas, de las cuales no quiero alimentarme demasiado para no defraudarme. Y hoy, hasta ahora, ha sido otro buen día en términos de comida: desayuné mis cereales y sandía, almorcé un poquito de budín de zapallo italiano con tomate y cebolla y sandía de postre, tomé de once sandía, y espero cenar tomate (me duelen los dientes como para comer lechuga). Espero que mañana, la pesa me vuelva a premiar. Creo que si las lograse ordenar (en el sentido de comer las veces que hay que comer y listo) me sentiría mejor.

Y de eso me he aprovechado precisamente para no comer a destajo estos últimos dos días: de la sensación de tener un poco más las riendas de mi vida, de hacer lo que efectivamente quiero y debo hacer... porque cuando me gana la pereza y la flojera, y me largo a "no hacer nada" y sólo me siento culpable por, por ejemplo, no estar estudiando, pero ni siquiera es un descanso bien aprovechado... no estoy siento "yo" quien toma la decisión, no es una "decisión", es mi cuerpo quien manda, como cuando me da por comer descontroladamente...

La sensación de tomar decisiones yo misma... es tan diferente a lo que acostumbro...

Pero la respuesta a mi email no fue tan positiva como yo esperaba... y mientras yo lo extraño y lo amo, él duda y duda, y siento que estar conmigo le hace más mal que bien... y enterarme de ello me duele, bastante, y me sacó un poco de mi sensación de orden, decisión y tranquilidad.

Vacío.

Espero aprovechar la sensación para reforzar mi camino hacia sentirme bien con mi cuerpo.
Porque, en este vacío, o como mucho o no puedo comer. No quiero poder comer.
No puedo comer. No quiero comer.

Uffff

miércoles, 20 de febrero de 2008

No entiendo...


No entiendo por qué, cuando pesaba 80 u 85 kilos, mi meta era pesar 60, o a lo más 58 (y tener un márgen de error, para no superar los 60).

Una vez, antes de eso, pesé 62 kilos, y me sentía lo máximo.

Durante largos años pesé 79, añorando los 60, jurando que ahí estaría mi felicidad. Y "sabiendo" que en los 74 kilos me vería "razonablemente" bien.

Pero...

Finalizó el 2006, y sólo en diciembre de ese año bajé 9 kilos, llegué a 70. Me sentía fantástica.

Fue pasando el año. Llegué a 65. Fue fenomenal.

Siguió pasando el 2007. Llegué a pesar 60. Era todo lo que quería. Me veía bellísima.

Avanzaron los meses. Me estanqué en 57 kilos. Decían que había adelgazado mucho.

Pero yo quería 55.
Llegué a los 55 kilos...

... y no supe cómo llegué a los 53...
... y a los 52...
... y a los 51...
... y a los 50...
... y a los 49,5 kilos...
Finalmente, me estabilicé alrededor de los 52.

¡Me veía tan hermosa! ¡Todo me quedaba bien! ¡Me ponía cinturones y no tenía nada de panza! ¡Muchas poleras talla "small" o "extra small" eran a mi medida!

Nada me importaba la preocupación de algunos, la sorpresa de otros. A lo más, me quedaba con las felicitaciones de algunos pocos...

Hasta que vino "ese maldito día" (ver post anterior) en que subí, en 2 espantosos días, 8 kilos. Y quedé en 60 asquerosos kilos. Y poca gente me creyó. Sólo mi mamá, mi papá, mi familia más cercana. Y ellos entienden que quiera adelgazar. Nadie me critica por comer sólo tomate y lechuga. Y no adelgazar NADA.

Y lo que antes eran mis "60 kilos soñados", en los cuales quería quedarme, ahora son un suplicio. Ahora que conocí los 50 kilos, los 60 me parecen una abominación. Una panza asquerosa que se derrama por el mundo, bajo los pies de la humanidad...

Los 58 kilos del otro día fueron una ilusión: estoy en 59, como llevo laaaaargo tiempo.
Y nada pasa.
Y nada pasa.
Y nada bajo.
Y me duele...

Hoy devolví gran parte del salmón que yo misma cociné para cenar en la noche. No me nace decir cosas como "llamé a Mía", sin embargo.

Y lo hice porque comí demasiado. Porque no adelgazo. Porque me duele el alma. Porque me pesa la panza. Porque la veo y me sobra. Porque, con ella, no soy yo.

Pero nada funciona, nada...

Nada...

Nada...


jueves, 14 de febrero de 2008

Peso: 14 de feb

Hoy la pesa marcó 58 kgs al despertarme. Ayer hizo lo mismo. Tras el desayuno y un rato, marca 59, pero eso no importa: dos días seguidos ha marcado 58 al despertarme.

Me aferro a ese número como a una tabla de naufragio, al medio del mar.

57, siguiente paso.
55, siguiente meta.
52, meta "final".
50, meta real.

martes, 12 de febrero de 2008

Mi sueño de ser princesa

Nunca fue la bailarina más bella del salón,
nadie se batió en duelo por ella,
Sabina nunca la cantó.
Lautrec nunca dibujó sus bellas cicatrices.
Maldita Penélope, nunca regresó Ulises.
Ismael Serrano, "La Mujer más Vieja del Mundo"


(En este momento no escucho a Ismael Serrano, sino que a Nightingale, pero para estos efectos no es importante).


Ignoro desde qué momento surgió en mí ese deseo incontenible de querer ser la "más". La más simpática, la más inteligente, pero, por sobre todo, quise siempre ser la más linda, que todo aquel que me viera no pudiera evitar hacer referencia a que yo era la niña/adolescente/mujer más hermosa que nunca había visto.


Desde bien pequeña, siempre me vistieron como una princesa. No recuerdo todos los detalles, pero dicen que me vestían con vestidos llenos de vuelos, algunos de ellos enviados por mi madrina desde EEUU, a los se sumaban unos chapes bien peinados, y yo añadía unos lentes de sol y pulseras y collares. Y salía a la calle así, en un barrio donde sólo habían personas mayores, y todos decían que yo era una "princesa". Harto me creía el cuento de princesa, al punto que pedí a un amigo de mi madre, que tenía un carretón, y que más de alguna vez me pasó a buscar al Jardín Infantil, que colocara alfombra al fondo de su carretón pues era mi carruaje de princesa. Y lo hizo. También después le pedí una silla, que fuera mi trono, pero ignoro si alguna vez lo hizo.


Quizá en este exceso de infantilismo y sueño partió mi dilema, de querer ser bella, querer ser princesa. Y, curiosamente, al mismo tiempo, fui rechazada, rechazada, rechazada por mi entorno de iguales. Ahora veo fotos de entonces, y era la única que se vestía con vestidos de esa índole: todas las demás se vestían como niñas "normales", con pantalones y poleras. Y todas delgadas. Yo nunca fui delgada, y no me vestía "normal". Pero claro, nunca he querido, ni quiero, ser de la masa: no quiero ser una más. No quiero ser "normal". Quiero destacar.


El tiempo pasó y entré al colegio. La paradoja se fue exacerbando, pues creía ser la más bella, recuerdo haber posado para una foto de curso creyendo que lucía como una paloma. Una ridiculez. Era una niña más bien feíta, y yo lo sabía, pero al mismo tiempo creía lo contrario. Y gordita. Y un poco descuidada en lo estético, era cosa evidente. Y siempre, siempre, con 5 kilos de más, que a esos años se volvían más evidentes por mi corta estatura, y por tener más curvas que todas mis compañeras. A menos de 10-12 años, lo apreciado eran niñas como tablas, con piernas como pitillos. Y yo no era así, ni podía serlo. Por peso. Por estructura.


Hice innumerables juegos con mi estética: cabello, cejas, maquillaje... el acné estaba a la orden del día, y mi pelo siempre fue un poco inmanejable. Pero me creía hermosa a la vez que la peor escoria. Creía y descreía que el chico más guapo de mi curso se fijaba particularmente en mí. Todo era si y no. Pero las evidencias eran más bien de "no": nunca, jamás, alguien en el colegio se me declaró, nunca me dijo "eres la niña más linda", ni "me gustas", ni nada que se le asemeje.


Recién a los 13-14 años logré adelgazar, me sentía bastante bien. En esos entonces di mi primer beso. Al tiempo, tuve mi primer novio. Creía que al llegar a un lugar, deslumbraba, todos se fijaban en mí, pero mi discurso me autodefinía como una "rata", la peor basura estética del mundo. Y sin embargo, era la más: era la más inteligente del curso, no había problemas... pero yo quería ser la más bella.


Pasaron cosas malas en ese lapso de tiempo. Engordé muchísimo. Un gran sobrepeso. IMC de obesidad. Pasó largo tiempo, la ansiedad al límite de lo intolerable, barras y barras de chocolate por minuto. Y aún así me creía bella. Y siempre imaginaba que ciertas personas tenían secretos amores hacia mí. Montones de desiluciones siguieron a lo mismo, porque nunca era, nunca fue. Pero era fotogénica, y eso era peor: en las fotografías salía hermosa, una sonrisa radiante, que a todos admiraba, pero me conocían en persona y se defraudaban. ¿Era fea? Más que eso: era gorda.


Recién a fines del 2006 comencé a adelgazar. Sin proponérmelo, en un principio. A sabiendas, después. De mala manera, sí. Objetivo: volverme una mujer espectacular.


Desde mi máximo peso, peso 25 kilos menos, puesto que en mi peor época llegué a pesar 85. De mi peso de fines del 2006, que eran estables 78 kgs, adelgacé 18. Ahora peso 60, o 59 kilos. Debería estar contenta. Pero como quien prueba el salmón y luego no quiere volver a comer jurel, no estoy conforme, pues estaba más delgada, pesaba 52 kilos, incluso llegué a estar en los 49 (quizá ahí sí se me pasó la mano). A los 52 me sentía cómoda. Máximo 55. Pero 60, por ningún motivo. Estoy gorda.


Aún así, todavía espero eso de deslumbrar. Que voy a entrar a un salón y todos se quedarán en silencio sólo por verme entrar. Que el comentario obligado de todos sea "qué hermosa es". Que al colocar un pie en un lugar, por poco y un reflector alumbre mi camino y que nadie pueda dejar de observarme. Que quien me conozca no pueda evitar decir a otro que me encontró hermosa, casi irreal, casi etérea...


Esos sueños absurdos de que, sentada en una fiesta y casi escondida bajo una cortina, alguien aparecerá desde el otro lado, porque habrá distinguido el brillo de mis ojos, y sólo por ello descubriría que soy la mujer más maravillosa y por lo mismo se acercará a mí, a hablarme, a sacarme a bailar, y que bailaría perfecto, y todos se quedarían mirando.


Complejo de show woman. Frustrado, claro.


Aún así, alguno que otro comentario positivo no me ha faltado. En Punta del Este, un guardador de autos o algo por el estilo, paró a mis padres para decirles que los felicitaba por su hija, porque era la mujer más linda que había visto nunca. En Cuba, algunas cuantas personas hicieron comentarios similares (aunque dicen que son piroperos). En Brasil, un tipo siguió al grupo por muchas cuadras porque quería hablar conmigo. Y en esos entonces estaba más gorda que ahora. Más reciente, que fue más cómico que otra cosa, un sujeto en la calle decía ser de una productora y me preguntaba si era yo la que había ido al casting para no se qué teleserie, que me habían visto de perfil con su amigo y les pareció que era yo, no señor yo no he ido a casting de nada, y así dale, hasta me preguntó si mi pelo era natural xD (y sólo es negro, algo largo, ondulado: ninguna novedad).


Segun mi pololo, yo quiero algo que creo no se cumple pero muchas veces sucede. Segun él, muchas veces, cuando vamos por la calle, bastante gente se da vuelta a mirarme, o me dicen cosas, pero muy pocas veces yo he escuchado algo de eso, a menos que sea demasiado evidente. Mi papá dice que en las últimas vacaciones, en Cartagena de Indias, también muchas personas se volteaban a verme. Pero yo nunca noto nada. Posiblemente me dicen eso sólo porque me quieren. Pero una parte de mí quiere creerlo. Quiero creerlo. Quiero creerlo.


Quiero brillar, quiero ser hermosa.
Pero, por otro lado, me da miedo.


Y la dieta, va mal, no avanza.

viernes, 8 de febrero de 2008

Verónika

¿Por qué "Verónika"?

Porque "Verónika Decide Morir", y en ese trayecto aprendió a vivir.
Porque Verónika existe en paralelo a Veronique, en dos continentes, en dos tiempos, en dos vidas.
Porque yo no me llamo ni Verónica, ni Verónika, ni Veronique. Y eso me da libertad.

Un abrazo

Ese maldito día

14 de Enero, 2008

En lo personal, lo más injusto que me parece es que me costó tanto tanto bajar de peso, y me sentía cómoda con los 50-52kgs q yo pesaba... y llevaba como un mes así. Y paf! Llega ese fatal jueves 27 de diciembre, en que caí en la trampa de ir a ver al médico que me colocó el banding gástrico... ahora desconfío que estuviese haciendo seguimientos a los pacientes que había operado, y me parece más bien que fue una maquinación materno-paterna... en fin...

El cuento es que dado ello me bajó una angustia horrible, por pensar que tenía que estar a dieta el resto de mi vida, porque el banding me permitía comer y devolver todo lo que comía, sin problemas... pero no iba a poder volver a hacer eso, tenía que controlar lo que comía... bulimia de mierda, que muchos creen que sólo se trata de vomitar, pero no es verdad: también se puede ser bulímica sin vomitar, pero no disfrutar nada de lo que se come, porque todo genera culpa... y dolor... y miedo...

Ese maldito día comí a media mañana medio sandwich de pan integral con palmitos y algunas otras verduras. Al almuerzo, un trozo de pastel de papas. En la tarde me fui a Santiago, a acompañar a mi pololo actual, mi queridísimo y amadísimo, a una presentación. Bien. Volví al depto de mi madre, pero ella no estaba, me iba a quedar sola... Me comí al menos 250grs de maní, una hamburguesa "light" con pan y palta, y otra sin pan pero con queso. Me inflé como un sapo.

Al día siguiente amanecí igualmente inflada. Antes de salir, ignoro por qué, no quise comer nada más que otros 250grs de maní, ahora, maní picante. Salí con "él" y una chaqueta que cubriese ese estómago gigantesco que me creció en la noche. No comí nada más en el resto del día, hasta la noche, que me zampé una cantidad enorme de canelones, esos que vienen congelados... una bandeja de 2 porciones, completa.

Sábado. Vuelvo a mi casa, me peso: 55kgs. Había comido mucho y estaba inflada como sapo, podía ser. Sábado en la noche, me vuelvo a pesar: 60kgs. Desesperación.

Subí 10 kilos... en dos días. Un jueves pesaba mis tradicionales 50, y al volver el sábado en la mañana a mi casa ahí estaban: 60kgs cerrados. Ahora me mato haciendo ejercicio, pero no me sale eso de comer menos... y los 60... 60... 60... me pesan más en el alma que en el cuerpo.

Mi médico dijo que era imposible. Me vió el miércoles de la semana siguiente. Según su pesa, sólo había subido 5 kilos, y eso sí podía ser... pero entre el jueves y el miércoles podía ser, no entre el jueves y el sábado!

Nadie me cree, pero así fue. Comí muchísimo... pero será posible que haya comido 70.000 calorías extra más allá de las gastadas? (digamos, un gasto metabólico basal de mil calorías... tendría que haber comido 72.000 calorías en dos días). ¿Será posible?

Terrible.

A dieta.

A dieta.

A dieta.
Este post no existe...